Esta pequeña obra la escribí hace más de 10 años, cuando todavía era joven y alocado, antes de verter mis depravadas inquietudes en este blog.
Escrito en una época en la que mi madurez sexual llegaba a su apogeo, su cénit. O eso es lo que escribirán de mí los estudiosos del teatro y la literatura en el futuro, llenando páginas y páginas de biografías no autorizadas que incluirán detalles escabrosos de mi vida amorosa (de los cuales ciertos serán el 50% por lo menos).
Disfrutad, pues, de mi primer obra teatral llamada: MADUREZ SEXUAL
El escenario es una pequeña cabaña vikinga de troncos, muy simple, con un hogar encendido y un gran puchero encima, al lado una enorme pila de leña, cerca hay una cama con armazón de madera tallada y un colchón de paja, en medio del escenario una mesa con una jarra y cuatro sillas todo ello de madera oscura y de aspecto robusto.
Se ven movimientos bajo la manta de la cama y se oyen unas risitas, una pareja parece estar pasándoselo bien.
De improviso se abre la puerta y aparece un hombre grande con una barba exagerada.
Un individuo bajito y delgadito sale de debajo de la manta y sale disparado por la ventana.
Una mujer despeinada y con una pequeña túnica arrugada de lana sale también de debajo de la manta y se encara al hombre que deja caer el hacha con los ojos desorvitados.
OLAF: ¡¡Brunilda!! - grita el hombre con la cara desencajada.
BRUNILDA: Yo misma. - mientras se levanta y arregla un poco el pelo.
OLAF: ¡Por todos los dioses del sagrado Valhalla! ¡¿Qué es esto?!
BRUNILDA: Olaf, no hagas una montaña de un grano de arena...
OLAF: ¡Te he pillado en la cama con otro, mujer!
BRUNILDA: ¿Con otro? Sabes perfectamente que era tu primo Gunar, yo no me acostaría con cualquiera.
OLAF: ¡Eres una adúltera! Me paso el día en el bosque talando árboles para ganarme el pan y tú te acuestas con... con... ¡mi primo!
BRUNILDA: No grites que ya te oigo; además, ¿y qué? es sólo sexo, no guardo ningún sentimiento especial hacia él.
OLAF: ¡Pero si Gunar es el tonto del pueblo!
BRUNILDA: ¿Te hubiese gustado más que fuese el jefe del poblado? ¿o el herrero?
OLAF: Si te digo la verdad, sí. Al menos no me sentiría tan estúpido.
BRUNILDA: A quien tiene que hacer sentir algo es a mí, y lo hace… me satisface sexualmente, y no solo a mí si no a la mujer del jefe y a la del herrero entre otras.
OLAF: ¿Ah, si? - pregunta interesado. - ¿y… qué les hace?
BRUNILDA: Da igual, no lo entenderías - se gira para arreglar la cama desecha.
OLAF: ¡Exijo saber qué te hace!
BRUNILDA: Te repito que no me chilles, que estoy a tu lado. Si tanto te interesa, se preocupa por mis necesidades, me escucha y luego las atiende... además me deja ponerme encima.
OLAF: ¡Te deja ponerte encima! ¡Por Odín que mataré a ese cerdo! - hace ademan de coger el hacha.
BRUNILDA: ¡Tú no harás nada en absoluto!
OLAF: ¿Eh, qué? - desconcertado - ¿Pero cómo podré vivir con mi honor mancillado?
BRUNILDA: Podrás vivir exactamente igual, sólo que ahora tendrás que agacharte en los umbrales de las puertas para no quedarte clavado. En cuanto a tu honor lo abandonaste cuando Sigmund te retó a luchar y alegaste "incontinencia estomacal".
OLAF: ¡Todo el mundo sabe que no se puede combatir sufriendo incontinencia estomacal! Y menos con el héroe del pueblo, Sigmund "Brazosangriento" Jorgson.
BRUNILDA: Y al cabo del mes, cuando ya no servía la excusa, te fuiste a casa de unos parientes lejanos. – sonríe acusadoramente.
OLAF: Les atacaba una manada de lobos, necesitaban todos los hombres que pudiesen acudir.
BRUNILDA: Por cierto, fué durante ese viaje que me visitó Gunar por primera vez. Fué muy gentil… entre otras cosas - se estremece.
OLAF: ¿Es que ya no se respeta nada? Yo me voy a salvar un pueblo de una horda de lobos infernales y mi mujer me engaña en mi ausencia.
BRUNILDA: Nadie te pidió que fueras.
OLAF: Y... ¿qué te hizo?
BRUNILDA: ¡¿Otra vez?! - se empieza a impacentar.
OLAF: Tendré que matarlo. No tengo otra opcion. Le abriré el pecho, me comeré su corazón, le daré sus tripas a los cuervos y luego... – empieza a enumerar utilizando los dedos como si de la lista de la compra se tratase.
BRUNILDA: Creo que llegados a este punto deberías saber otra cosa, Sigmund te dejó en paz porque... porque me acosté con él.
OLAF: ¡También con él!
BRUNILDA: No te sulfures, solo fué una vez y es un verdadero desastre en la cama.
OLAF: ¿Ah, sí…? ¿y… y... qué hizo?
BRUNILDA: Básicamente lo mismo que tú… acabar demasiado pronto.
OLAF: No me gusta lo que estas insinuando, Brunilda.
BRUNILDA: No insinuo nada, afirmo. Pero tranquilo, no sois los únicos del poblado.
OLAF: ¿¡¡Es que te has follado al pueblo entero!!?
BRUNILDA: No, me lo han contado sus mujeres. ¡Y no me chilles!
OLAF: Pero las mujeres no deberíais hablar de “esas” cosas… debeis ser el pilar del hogar, trabajadoras abnegadas, criadoras de nuestros hijos, cuidadoras del ganado…
BRUNILDA: …limpiadoras de ropa, hacedoras de comida, cortadoras de cesped ¡y encima unas putas solícitas en la cama! Yo tambien tengo una vida y quiero disfrutar de vez en cuando ¿acaso yo te recrimino cuando te subes al drakkar y te vas todos los veranos de saqueo con los amigotes, eh?
OLAF: Eso es distinto, los hombres debemos mantener el ‘status quo’ dominante de nuestro poblado y eso requiere ciertos… mmm… sacrificios.
BRUNILDA: Es decir, que no te lo pasas bien.
OLAF: No, no, nada bien.
BRUNILDA: Pues eso no es lo que comenta orgulloso tu amigo Sven en la taberna cuando bebe un par de hidromieles. Dice que la última parada antes de volver siempre es en “Las Valkirias Locas”, que por lo que tengo entendido es un conocido parque de recreo para adultos ¿no?
OLAF: Ese Sven es un bocazas, un día se durmió boca arriba y se encontró con que había anidado en su boca una familia entera de focas noruegas. – dice resentido.
BRUNILDA: Sven nunca duerme boca arriba… ¡ups! – se tapa la boca rápidamente con la mano.
OLAF: ¿Qué has querido decir con eso? – al cabo de un instante de silencio comprende - No, no, él también no… - baja la cabeza resignado.
BRUNILDA: Aquello fue antes de conocerte… bueno, ya lo sabes todo, nunca he sido muy remilgada, deberías haberlo sospechado después de lo que te hice en nuestra primera cita.
OLAF: Pero yo creí que te gustaba.
BRUNILDA: Por supuesto que me gustabas, si no, no te lo hubiese hecho y todavía me gustas. El amor es amor y el sexo, sexo. Yo te quiero Olaf, como sé que tú me quieres a mí y siempre estaré contigo como tú siempre vuelves despues de estar con alguna valkiria loca…
OLAF: Pero…
BRUNILDA: Te aclararé todos tus miedos: tus hijos son tuyos, eres el hombre que más alegrías me ha dado en la vida y no se me ha pasado por la cabeza dejarte nunca.
OLAF: Solo tengo tu palabra.
BRUNILDA: Solo tenías mi palabra cuando te dije que que no caería sobre nosotros el Ragnarok si no invitábamos a tu madre a venir a casa durante aquel fin de semana... y solo tenías mi palabra cuando te dije que no tenías nada raro en el trasero después de limpiarte con una hiedra venenosa…
OLAF: Hemos vivido muchas cosas juntos, ¿verdad?
BRUNILDA: Cosas maravillosas, sí… y cosas no tan buenas… pero juntos lo hemos superado todo… ¿qué tal si lo arreglamos todo con un colchonazo de categoría? – dice con complicidad.
OLAF: -hacia el público- Siempre pensé que una mujer liberada sexualmente era inteligente y madura, ahora pienso igual solo que desearía haberme casado con alguna tonta. De todas formas, si no puedes vencerlas, únete a ellas. - hacia Brunilda - Vale, pero lo hacemos como yo diga que tengo un disgusto muy grande – con cara de niño enfadado.
BRUNILDA: Vaaaaaale, tonto… – dice mientras corriendo se meten los dos bajo la manta y se oyen risitas y se ven movimientos bajo la manta (nada explícito, esta obra es moralista no pornográfica, aunque en otras versiones previo pago del copyright…).
FIN.
¿Os ha gustado?
Si es que NO, escribid un comentario.
Hasta la vista, frikis.