Por si esto no fuera ya misión imposible, desde aquí planteamos un reto aun mayor: los típicos dados de juego están más obsoletos si cabe; demasiados años jugando con ellos. ¿Por qué a nadie se le ocurre un sistema de resolución de decisiones y eventos que propicie el siguiente paso en la evolución de juegos de rol, wargames y mundillo de los juegos de mesa en general?
Respuesta: porque no es nada fácil mejorar la simplicidad, el diseño ni la funcionalidad de los mismos. Y la única pega que realmente podemos atribuirles es que se caigan de la mesa ante un lanzamiento descontrolado.
Si alguien pensaba que este post iba sobre la historia de nuestros antepasados jugando a los dados que se vaya olvidando, para ese tipo de enfoques ya está la wikipedia. Nosotros analizaremos las alternativas tradicionales y comprobaremos que ninguna es capaz de hacerle sombra.
Alternativa primera: lanza una moneda o X monedas y dependiendo de si es cara o cruz aplica la resolución oportuna. Una forma un tanto aparatosa de simular el lanzamiento de dados (lanzar tres monedas equivaldría a tirar un dado de ocho caras). Este método corre el riesgo de que desaparezcan monedas durante el transcurso de la partida, sobretodo si son de curso legal y de valor notable. También se puede criticar que un único lanzamiento de moneda no puede modelizar un evento que implique más de dos efectos.
Alternativa segunda: ¡la ruleta de la fortuna!. Pecaría del mismo defecto que las ruletas de casino, ya que no son 100% perfectas y a la larga unos números resultarían ligeramente más probables que el resto. Nota: con un poco más de presupuesto podéis montar el casino entero, con sección de bingo y todo. Con los ingresos previsibles que obtendréis, el juego que empezásteis a jugar os parecerá poco motivador y pasaréis a plantearos metas más dignas de vuestro nuevo nivel social: el monopoly versión real life.
Alternativa tercera: el mazo de cartas. Reúne una pila de cartas con todas las acciones necesarias y barájala incansablemente hasta que ya no puedas más. Ofrécela a cualquier jugador para que corte y ya tienes preparado el desenlace. Ahora sólo queda coger una carta, revelarla y devolverla posteriormente (si procede) al mazo. Ufffffffff barajar es ¡tan aburrido! y cansino....
Alternativa cuarta o tiro a la diana. Básicamente sería incorporar un segundo juego cuya finalización automáticamente resuelva los acontecimientos que estamos evaluando. Por ejemplo, montas una diana y te pones a lanzar los dardos, dependiendo de la puntuación obtenida habrás tenido más o menos éxito en lo que intentabas hacer. Esto puede tener sus inconvenientes, ya que en este caso estamos hablando de un juego donde prima la habilidad, lo cual puede introducir cierta ventaja entre los jugadores.
Alternativa quinta: la gitana que te lee el futuro. Se trataría de llamar a uno de esos teléfonos esotéricos que aparecen en cualquier publicación y aprovechar la profecías que te anuncien para saber si debes atacar o esperar un turno más. Básicamente sería como consultar al oráculo pero en versión actual. La única pega es que aparte del dinero que estás malgastando, muchas veces te dirán lo que esperas oir (y no lo que debes hacer) en previsión de que quedes satisfecho y vuelvas a llamar pronto.
No, el oráculo de 'Los 300' no te va a coger la llamada... |
Alternativa sexta y última: programar un smartphone, tablet o similar para que simule el lanzamiento de dados. Mejor aun, descárgarlo de Internet: seguro que alguien debe haberse molestado en hacerlo. Curiosamente esto tiene varias desventajas: nadie está nunca contento con el resultado obtenido y alega que el programa no es lo suficientemente pseudoaleatorio, por no decir manipulado. Y por supuesto, no te quedes sin batería durante la partida...
Bueno, espero haber dado unas razones por las cuales los dados nos acompañarán unas cuantas temporadas más. El que invente algo mejor, sabe que tiene garantizado su sitio en el...... infierno!.
2 comentarios:
Recuerdo que la edición básica del juego de rol del Príncipe Valiente usaba monedas para decidir el éxito de una acción.
Pero también recuerdo que no tuvo mucho éxito.
Que grandes...
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