Sigamos con nuestro humilde intento de acercar la literatura clásica a chonis y canis.
CANTO II
Agamenón, soberano de hombres, avanzó seguro
frente a las huestes aqueas, aunque dando el tercer paso
dióse cuenta de que no sabía donde iba.
- ¡Oh Palas Atenea, diosa de la sabiduría y el conocimiento,
dime en qué dirección se hayan los troyanos! 5
Respondiole rápidamente Creonte, el adivino,
escondiendo la guía Repsol entro los pliegues de su túnica :
- Estooo, super rey, la diosa me ha dicho que es por allí…
el cruce de los Dardanelos a la derecha, tercera entrada a la izquierda
y cuando encontremos unas murallas mu grandes, allí es. 10
- ¡Milagro! Los dioses estan con nosotros – dijo Agamenón –
Atenea me ha hablado a traves de Creonte. ¡Milagro!
Aquiles viendo aquello y dudando de la voluntad divina
díjole a su amigo Patroclo en voz suave:
- Este Agamenón es mu tonto ¿que no? 15
Pero oyóle Agamenon profiriendo tan amargas palabras.
- ¡Te he oído Aquiles! ¡Retíralas ahora mismo o te meto!
- ¿Tú y qué ejército, paleto?
- Por Zeus que con éste – señaló a cien árgivos cara-malos.
- Ah, coño, ese, se me había olvidado…pero yo he traído otro, 20
mogollón de colegas mirmidones con muy mala leche.
Pero derepente apareciósele la diosa Atenea sólo a Aquiles
y para aplacar su furia así le habló al oído:
- Tate, Aquiles, tate… no pelees con él, castígalo con tu indiferencia,
si haces esto te prometo que algún día regresará a ti de rodillas 25
pidiéndote perdón y podrás hacerte el chulo to lo que tu quieras.
Atenea desapareció y Agamenón sin darse cuenta de nada continuó así:
- Escúchame Aquiles soberbio, has de pagar esta infame tración,
y he de hacértela cobrar bien caro: a tu preferida, Briseida,
la de rosadas mejillas, he de verla traspasada por mi espada, 30
con la autoridad de ser el jefe supremo de esta expedición.
- No, mi muñeca hinchable Briseida, ¡no! ¡NO! Escúcha bien
lo que te diré monstruo sin alma, si cumples esa amenaza
no pienso luchar más a tu lado por esta pública humillación
y algún día volverás a mí suplicándome ayuda. 35
Y al final de decir estas aladas palabras marchóse de su lado.
Aquella misma noche, soldados de Agamenón, pincharon a Briseida
y Aquiles lloró de rabia junto al mar por no poder hacer nada.
De repente apareciose su madre, la pechugona diosa Tetis,
brotando de la espuma del mar y díjole así a su vástago Aquiles: 40
- A la runrunina, a la runrunana,
no llores más hijo mío, prometo interceder por ti frente a Zeus,
para que te restituya de este amargo dolor. Vida mía.
- Mama, sí, mama, mama… – respondió Aquiles.
Y de esta forma acabó la agria disputa entre los más grandes jefes aqueos. 45
¡Hasta la vista Frikis!
2 comentarios:
"A la runrunina, a la runrunana" jajaja
Sin duda alguna, la mejor parte de todo el cuento
¡Veo que te gustan los detalles de calidad literaria!
A mí también, le dan una épica difícil de superar a la totalidad de la obra.
Me alegro que los disfrutes.
Publicar un comentario