jueves, 18 de abril de 2013

LA ILIADA, versión para chonis y canis (Canto II)

Sigamos con nuestro humilde intento de acercar la literatura clásica a chonis y canis.





CANTO II

Agamenón, soberano de hombres, avanzó seguro

frente a las huestes aqueas, aunque dando el tercer paso

dióse cuenta de que no sabía donde iba.

- ¡Oh Palas Atenea, diosa de la sabiduría y el conocimiento,

dime en qué dirección se hayan los troyanos!                                                                    5

Respondiole rápidamente Creonte, el adivino,

escondiendo la guía Repsol entro los pliegues de su túnica :

- Estooo, super rey, la diosa me ha dicho que es por allí…

el cruce de los Dardanelos a la derecha, tercera entrada a la izquierda

y cuando encontremos unas murallas mu grandes, allí es.                                                  10

- ¡Milagro! Los dioses estan con nosotros – dijo Agamenón –

Atenea me ha hablado a traves de Creonte. ¡Milagro!

Aquiles viendo aquello y dudando de la voluntad divina

díjole a su amigo Patroclo en voz suave:

- Este Agamenón es mu tonto ¿que no?                                                                             15

Pero oyóle Agamenon profiriendo tan amargas palabras.

- ¡Te he oído Aquiles! ¡Retíralas ahora mismo o te meto!

- ¿Tú y qué ejército, paleto?

- Por Zeus que con éste – señaló a cien árgivos cara-malos.

- Ah, coño, ese, se me había olvidado…pero yo he traído otro,                                          20

mogollón de colegas mirmidones con muy mala leche.

Pero derepente apareciósele la diosa Atenea sólo a Aquiles

y para aplacar su furia así le habló al oído:

- Tate, Aquiles, tate… no pelees con él, castígalo con tu indiferencia,

si haces esto te prometo que algún día regresará a ti de rodillas                                       25

pidiéndote perdón y podrás hacerte el chulo to lo que tu quieras.

Atenea desapareció y Agamenón sin darse cuenta de nada continuó así:

- Escúchame Aquiles soberbio, has de pagar esta infame tración,

y he de hacértela cobrar bien caro: a tu preferida, Briseida,

la de rosadas mejillas, he de verla traspasada por mi espada,                                           30

con la autoridad de ser el jefe supremo de esta expedición.

- No, mi muñeca hinchable Briseida, ¡no! ¡NO! Escúcha bien

lo que te diré monstruo sin alma, si cumples esa amenaza

no pienso luchar más a tu lado por esta pública humillación

y algún día volverás a mí suplicándome ayuda.                                                                 35

Y al final de decir estas aladas palabras marchóse de su lado.

Aquella misma noche, soldados de Agamenón, pincharon a Briseida

y Aquiles lloró de rabia junto al mar por no poder hacer nada.

De repente apareciose su madre, la pechugona diosa Tetis,

brotando de la espuma del mar y díjole así a su vástago Aquiles:                                      40

- A la runrunina, a la runrunana,

no llores más hijo mío, prometo interceder por ti frente a Zeus,

para que te restituya de este amargo dolor. Vida mía.

- Mama, sí, mama, mama… – respondió Aquiles.

Y de esta forma acabó la agria disputa entre los más grandes jefes aqueos.                      45






¡Hasta la vista Frikis!

2 comentarios:

Toni dijo...

"A la runrunina, a la runrunana" jajaja
Sin duda alguna, la mejor parte de todo el cuento

Juls dijo...

¡Veo que te gustan los detalles de calidad literaria!

A mí también, le dan una épica difícil de superar a la totalidad de la obra.

Me alegro que los disfrutes.

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