Mentiría si dijese que nunca he fantaseado con la posibilidad de ser azotado por una maciza embutida en cuero.
Supongo que algún estudiante de primero de psicología y amante de las teorías freudianas podría proponer que esto es resultado de la alegre costumbre que tenía mi madre de darme con la zapatilla. Eso si tenía suerte y el mango de la escoba no estaba por los alrededores.
Ese mismo estudiante de psiquiatría (¿qué mierda de diferencia debe haber entre psicología y psiquiatría?, ¿en la primera los electroshocks se aplican en las sienes y en la segunda se aplican en los testículos?). Como digo, ese mismo estudiante podría también teorizar acerca de mi atracción por las mujeres de cierta edad con pechos grandes. Las comúnmente llamadas
MILF, o
MQMF en la lengua de Cervantes. Quizá esa atracción sea resultado de un destete prematuro, ¿o sería tardío?.
En cualquier caso, ni siquiera yo mismo soy capaz de decir si estas curiosas atracciones me vienen de tiempo atrás o si se me manifestaron después de entrar en contacto con la serie de películas que hoy nos ocupan. Porque, se me olvidaba decir, otra de las temáticas que más aparecen en mis retorcidas fantasías es la
Temática Feminazi. Motivo éste por el cual
Max Mosley ha pasado a caerme la mar de bien, al contrario que a la mayoría de la gente, tras su affaire en aquel salón sado-maso.
Pero, dejando a un lado mis depravaciones, las cuales le están pagando un chalé en Torremolinos a mi psiquiatra, vamos a lo que nos interesa. Dentro de mi serie de posts
"Grandes Sagas Cinematográficas" vamos a tratar hoy una de las series de películas más sórdidas y perturbadoras. Aunque no por ello carentes de atractivo. Estoy hablando de la saga de la gran
Ilsa, protagonizada por la siempre voluptuosa
Dyanne Thorne.
De
Dyanne Thorne se ha dicho que sus enormes y perfectos pechos (fotos de los cuales el meapilas de Juls me ha prohibido poner) acabaron por ser una carga para su carrera de actriz, ya que la encasillaron en papeles de Vixen en películas eróticas de bajo perfil como
"The Erotic Adventures of Pinoccio". Películas de terror de serie B donde luce tetillas, como
"Blood Sabbath" o
"Hellhole". E, inlcuso, una peliculilla situada en algún lugar intermedio entre el "softcore" típico de los Sexy-Thrillers y las pelis porno de toda la vida, llamada
"The Bra Busters", algo así como "Las Rompe Sostenes". Películas todas ellas que, por supuesto, tengo a buen recaudo esperando el momento preciso para verlas.
Pero ya habrá tiempo de hablar sobre la carrera de
Dyanne Thorne más adelante. Ahora vamos a centrarnos en sus películas dedicadas a
Ilsa que son, a la postre, el momento cúlmen de su carrera, y el personaje por el que ha entrado con todo merecimiento en los libros de historia del cine.
La saga de Ilsa es algo peculiar. Dyanne Thorn encarna en cada una de las películas a Ilsa, un alto mando militar, al cargo de un puesto donde tiene acceso a jovenes virginales sobre las que descargar su demente instinto sexual sádico.
La serie se compone de cuatro pelícuas, más una quinta que se comenzó a rodar y de la que hablaré en el último post de la serie como epílogo. Creedme que será
Legendario, como diría el tonto aquel de ese truño de serie que no es más que una actualización de
Friends.
Aviso antes de comenzar que estas películas han sido clasificadas por el staff de Frikis inside como
F++, osea, que el nivel de frikismo recomendado para disfrutar de ellas es ciertamente elevado. Los novatos abstenerse.
Ilsa, La Loba de las SSLos carteles publicitarios de la época merecen una atención especial.
En esta primera película nos encontramos a Ilsa como Comandante de un campo de prisioneros alemán durante la segunda guerra mundial. Y pronto se nos revela como una sádica cuyo apetito sexual es insaciable. Mágica combinación, debo decir.
No debemos esperar mucho antes de poder disfrutar de su espectacular físico mientras monta a un pobre infeliz. Sus primeras frases son un anticipo de lo que nos espera: "No acabes aún!! No acabes aún!!!... No deberías haber acabado aún".
Mientras se enfunda en su lustroso uniforme de las SS, sus dos atractivas oficiales llegan para llevarse al pobre infeliz, el cual suplica amparándose en promesas lanzadas por Ilsa durante la cabalgata.
Si una chica os dice que no acabéis aún, hacedle casoEn la siguiente escena podemos ver al infeliz desnudo y atado sobre una mesa de operaciones. Ilsa, acompañada de sus dos oficiales y vestidas solo con batas blancas, nos cuenta que conoce a un doctor, aparentemente igual de tarado que ella (Dios los cría y ellos se juntan, ¿no?. Como muy bien demuestra que estéis leyendo ésto, malditos perturbados. Seguro que más de uno con una furiosa erección), el cual tiene la teoría que lo que hace inferiores a las demás razas en comparación con la Aria, se encuentra entre las piernas.
Así que, empuñando un cuchillo especial para castrar, una de sus ayudantes procede a ello, mientras Ilsa nos dice que su amigo el doctor podrá aumentar su colección personal. Supongo que el bueno del doctor habrá acumulado la mayor parte de su colección gracias a los envíos de Ilsa.
Hace un momento pensabas que te había tocado la lotería, ¿eh, mugroso?Esto nos enseña una valiosa lección, frikis. Si alguna vez una Aria medio tocada, vestida sólo con botas de cuero, os dice "No acabes aún!". Hacedle caso. No acabéis aún. Aunque sospecho que de poco hubiese servido aguantar algo más o algo menos...
Pero supongo que sólo con sexo y emasculaciones la rutina de un campo de prisioneros sería aburrida. La principal ocupación de Ilsa en el campo es intentar confirmar su tesis doctoral, la cual le costó las burlas y el desprecio de la comunidad científica nazi. Ilsa sostiene, nada más y nada menos, que la mujer es superior al hombre. Y no solo eso, sino que también es capaz de soportar el dolor y las penurias mejor que sus congéneres. Para ello se dedica a torturar de diversas formas a las prisioneras que le son enviadas.
Esta agradable rutina se verá alterada por la llegada de una nueva remesa de prisioneros al campo. Entre ellos destaca rápidamente un apuesto americano el cual no tardará en ser llamado por Ilsa para una noche de placer, anticipo de una rápida conversión a eunuco.
Pero, oh! Sorpresa!, el valiente americano esconde un terrible secreto (para las chicas, claro); el hombre es capaz de controlar su eyaculación. De modo rápido a modo lento e, incluso, a modo
"no-cumshot". Podemos imaginar la frustración y la excitación de Ilsa al toparse con un esclavo que no solo es capaz de obedecer su orden de "No acabes aún!", sino que es capaz de montarla de forma indefinida.
Ni que decir tiene que Ilsa exhonerará al americano de la pena de castración hasta estar segura de que la experiencia no ha sido un sueño. Para ello usará a sus dos actractivas oficiales, montando un 2vs1 con el hombre, mientras ella observa y se convence que sí, lo que vivió la noche pasada fué real. Tras un nuevo repaso al americano por parte de Ilsa, ésta volverá a perdonarle los testículos. Fallo que, a la postre, se revelará fatal.
Volviendo al pack de prisioneros recién llegados al campo de concentración, nos encontramos con la segunda sorpresa para la buena de Ilsa. Entre las chicas recién llegadas hay una especialmente orgullosa y desafiante. La cual, además, muestra una extraordinaria resistencia al dolor. ¿Hay algo mejor que una esclava desafiante y orgullosa ante una demente sádica y amante del gore? Si esto fuese
hentai la respuesta sería obvia "Sí, lo hay. La esclava podría ser menor de edad".
Titánico duelo interpretativo
El caso es que Ilsa ve una oportunidad de oro para demostrar su teoría sobre la superioridad de las mujeres, y no tarda en lanzarse a la tortura de la mujer en un intento de quebrarla y arrancarle un grito de dolor, cosa que parece imposible.
Entretanto, la apacible rutina del campo de prisioneros continúa y uno de los presos infringe la regla de no hablar con las mujeres. Cosa que les cuesta a ambos el ser azotados hasta la muerte. Las dos atractivas oficiales, con los pechos al aire, nos deleitan con una escena de fustigamiento. Más interesante por sus pechos bamboleantes que por la escena en sí, debo decir. ¿Realmente debe ser cómodo azotar a alguien hasta la muerte con las tetillas al viento?.
Dado que me considero un cinéfilo experimentado, no me quedo en las tetas de las chicas. Ni en la demostración de interpretación que hace Ilsa, observando la azotaina mientras hace alarde de infinitos recursos faciales, con todo tipo de expresiones de placer enfermizo.
No, como digo, no me quedo en esas cosas. Yo me quedo con la interpretación de la chica azotada. Quieta sobre el potro mientras es golpeada con un enorme látigo más propio de Trolls que de oficiales nazis. Joder, niña! podías tomar ejemplo del actor, retorciéndose y teniendo convulsiones tras cada golpe. Finalmente, los dos cuerpos sin vida son colgados boca abajo de un poste, a modo de advertencia para el resto del campo.
Tras este paréntesis para tomar aliento, Ilsa vuelve a sus quehaceres habituales. Esto es, torturar a las infelices esclavas. Aquí aparece algo que mi enfermiza mente ya había imaginado en alguna depravada fantasía sexual. Un dildo electrico! Un pedazo de dildo rodeado de un hilo de cobre y conectado a un mando. Recomiendo disfrutar de la bonita escena de Ilsa aplicando el dildo a todas las esclavas, una tras otra. ¿Creéis que podría reclamar derechos de autor?, ¿Los de la SGAE también controlan las creaciones durante fantasías eróticas?
La de noches húmedas que he pasado fantaseando con algo así...
Con Ilsa dispersa por culpa de la prisionera que puede confirmar sus teorías, y comportándose como una colegiala cachonda por culpa del americano, en el campo se comienza a fraguar un motín. Para complicarlo todo, Ilsa recibe la noticia de que un General de las SS va a visitar el campo. Cosa que ella cree que la ayudará a conseguir fondos y tiempo para continuar con sus experimentos.
Aquí Ilsa nos muestra porqué es una de mis villanos favoritos. Un villano cualquiera hubiese estado tan centrado en confirmar sus teorías, teorías no lo olvidemos que pueden ofender profundamente al General, que hubiese descuidado todo lo demás conduciéndole al fracaso.
Pero Ilsa no, ella es capaz de desviar tiempo y esfuerzo de sus ambiciones personales para conseguir algo que pueda agradar al General. Así, sacrifica algunas de sus esclavas para trabajar en posibles curas para enfermedades como la gangrena o en intentar conseguir una bomba biológica capaz de sembrar el tifus entre miles de personas en cuestión de segundos.
Complacido el General, Ilsa procede a exponerle sus teorías personales. Tras la furia inicial, Ilsa consiguie convencer al General al mostrarle como las mujeres pueden resistir mejor que los hombres los horrores de la guerra, como ser abrasadas vivas o sobrevivir a miles de metros de altitud.
Francamente satisfecho por los progresos de Ilsa, y tras prometerle más presupuesto para continuar, es momento de celebraciones. Un obsceno banquete servido por prisioneras vestidas únicamente con delantales y presidido por un curioso entretenimiento. Una atractiva moza, desnuda por supuesto, colgada del cuello con una soga y de pie sobre un bloque de hielo. Conforme avanza el banquete el hielo se va deshaciendo hasta que la chica acaba por ahorcarse en medio de la algarabía general. Digo yo que habrá mejores cosas que hacer con una maciza en un campo de concentración nazi que ahorcarla sin más, ¿no?.
Tras la cena, tenemos una de las escenas más sórdidas de toda la serie de películas. A solas Ilsa y el General, éste último parece dispuesto a usar su rango para disfrutar de los evidentes encantos de la mujer. Ilsa, como fiel servidora del régimen, acepta sin demasiados reparos. Aunque pronto descubre que los gustos del General no son demasiado tradicionales y asistimos atónitos a una escena escatológica. Hay que prestar especial atención a la evolución de los gestos de la cara de Ilsa. Primero, cuando piensa que va a tener que acostarse con el General, luego cuando comienza a comprender que algo raro sucede mientras obedece las extrañar órdenes de su superior y, finalmente, su cara cuando la escena alcanza el momento cúlmen. Esta escena es todo un
clinic de interpretación.
Tras la marcha del General, los acontecimientos se precipitan. Por mucho que Ilsa se encuentre en lo más alto de la lista de los mejores villanos de la historia del cine, no es Supergirl. Así, teniendo tantas cosas en la cabeza (la visita del general, el sexo con el americano, torturar esclavas, etc), acaba por perder el control del campo de prisioneros y sobreviene el levantamiento.
Organizado por el americano capaz de controlar su eyaculación, el plan se desarrolla en dos fases. Primera, el americano asiste a la alcoba de Ilsa, donde ésta espera conseguir otra ración de sexo a tope. Pero esta vez el americano le propone algo diferente. Haciendo gala de conocimientos avanzados de psicología, el americano le propone ser atada a la cama mientras él abusa de ella. Tras una vida de control, administrando dolor a placer, la idea de ser ella la esclava parece ponerla cachonda. Es curioso lo que es capaz de hacer una zorra cachonda, sobretodo si el objeto de su excitación es capaz de no eyacular nunca. Y sobretodo si el hombre con ese peculiar talento es Americano.
God Bless America! Atada y más caliente que el palo de un churrero, Ilsa es presa fácil. El americano la amordaza y la abandona en su alcoba. Haciendo gala de una fuerza de voluntad poco común, debo decir. Si yo tuviese a una zorra del calibre de Ilsa atada a la cama y en ropa interior, no me sacaba de esa alcoba ni la aparición de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Mientras, la segunda parte del plan también culmina con éxito. El levantamiento de los esclavos consigue reducir a los guardias y controlar el campo. Entonces tiene lugar otra de esas escenas míticas de la saga.
La puerta de la alcoba de Ilsa se abre y por ella entran los restos de la esclava con especial capacidad para resistir el dolor. Desnuda, cubierta de sangre y golpes, creo recordar que sin un ojo y empuñando un machete. La chica se arrastra moribunda hasta colocarse sobre Ilsa, dispuesta a acuchillarla en venganza por toda la tortura que le ha sido infligida… Y muere! En una exquisita ironía del destino, la pobre mujer consigue sobreponerse a la horrible tortura, sólo para morir justo cuando sólo debía aplicar un poco de presión sobre el machete para consumar su venganza.
Y llegamos al clímax final. El campo está totalmente controlado por los prisioneros y todos los guardias, médicos y las dos macizas ayudantes de Ilsa han muerto. Parece que la cosa acabará bien, pero entonces aparece un batallón de soldados nazis, comandados por el segundo del General que había visitado el campo anteriormente.
Se desata una lucha entre los soldados y los prisioneros, los cuales son masacrados. Todos, excepto el americano que, listo el tío, coge a la más maciza de las prisioneras y huye a las montañas durante el combate.
En la escena final vemos al oficial entrando en la alcoba de Ilsa, todavía atada y con los despojos de la esclava sobre ella. Aquí nos enteramos de que los Aliados han roto finalmente las líneas defensivas alemanas y avanzan directos hacia Berlín. Con la derrota segura en el horizonte, el ejército nazi está destruyendo todos los campos de prisioneros para evitar que el mundo sepa lo que allí sucedía. Sin más, el oficial coge su pistola y dispara sobre la indefensa Ilsa. Fin.
Espero que os haya gustado y que hayáis podido leer todo el post y llegado hasta aquí venciendo a la tentación de tocaros, frikis. Próximamente la segunda entrega de la saga. Más y mejor. O no...