Con este objetivo en mente, hemos probado en casa PRIMER FRUTAL, un juego de mesa cooperativo, y Junior ha quedado encantado. Y sus progenitores más al ver su reacción.
Es un juego para niños de más de 2 años, que es cuando (en el mejor de los casos), pueden aceptar sentarse en una mesa y escuchar unos pocos minutos para aprender un par de acciones muy sencillas.
Es muy buena idea que sea un juego cooperativo, porque lo de ganar y perder es un tema muy sensible para los niños, y no hace falta crearles una necesidad de ganar a otros niños para sentirse bien. Al menos de momento.
MATERIALES
Tenemos cuatro grupos con cuatro frutas de colores diferentes cada uno.
Las frutas estan hechas de madera, son grandes y pesadas, agradables en su sencillez. Ideales para que un niño las pueda cojer fácilmente y las maneje a su antojo.
Un dado de madera también grande y resultón. Nuevamente con un tamaño ideal para niños.
La figura de un cuervo, que es lo que más llamó la atención a mi retoño.
Y cosas de cartón para poner cosas encima.
Los materiales que vienen con el juego son impecables.
OBJETIVO - REGLAS
Las reglas son tan sencillas que hasta un reggetonero podría seguirlas.
El objetivo de los jugadores (cooperativo) es recoger todas las frutas antes de que el cuervo llegue al final del camino.
Cada jugador tirará el dado en su turno y si sale:
1) Un color (verde, azul, rojo, amarillo): se recogerá una fruta de ese color.
2) Cesta: se recoge una fruta de cualquier color que el jugador quiera.
3) Cuervo: el pájaro se mueve una casilla hacia delante.
Si en el dado sale un color de fruta que ya se ha recogido toda, pasará el turno al siguiente jugador.
PERDER
Si el pájaro llega al final del camino significa que entra en el frutal y empieza a zamparse todas las frutas. Todos los jugadores pierden y el pajarraco gana.
GANAR
Si se recogen todas las frutas antes de que el pájaro llegue al final del camino, todos los jugadores ganan.
En alemán todo suena mejor
VALORACIÓN FRIKI
Junior interiorizó muy bien lo de los turnos, y lo de pasarle el dado al siguiente que le tocaba. Eso fué un total e inesperado éxito. Sorprendentemente agrable.
Jr. se aprendió los nombres de los colores hará unos meses, pero aunque no los supiera, sabía desde hace tiempo compararlos y agruparlos, es decir, que si sale un color en el dado, el niño sabría coger la fruta de ese color. Es decir, que al niño no le hace falta saberse los nombres de los colores para jugar a este juego sin problemas.
Pero es que además de poder jugar sin problemas, puede ser una manera de facilitar el aprendizaje de los colores y que se habitue a tratar con ellos.
El niño disfrutó mucho del juego, y nos pidió repetir varias veces durante el día.
En días posteriores, también nos ha pedido volver a jugar al juego del "pájaro".
A los adultos el juego nos puede parecer una puta pierda pinchada en un palo, sin héroes, sin monstruos de plástico, sin zombis, sin de cartas ilustradas por Angus McBride, aburrido como debe ser pasar una mañana de domingo en la iglesia para Charlie Sheen, pero para el niño fué un entretenimiento genial.
En nuestro caso, después de jugar a esto, empecé a percivir al niño como un ser medianamente civilizado. Hasta entonces parecía que lo habían criado una familia de gorilas en el Congo.
O sea, jugar a este juego es una buena actividad para compartir con tu hijo.
Luego ya llegará cuando le podamos inculcar el Dungeons & Dragons.
Espero que os haya servido de algo.
¡Hasta la vista frikis!