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lunes, 13 de octubre de 2008

El Mejor Superpoder

Uno de los debates más soporíferos interesantes que se suele dar periódicamente entre los frikis, junto con el típico “¿Quién es más fuerte, Hulk o Superman?” es el que versa sobre lo genial que sería tener superpoderes y sobre cual es el mejor superpoder que se podría tener si, llegado el caso, tuviésemos la posibilidad de elegir uno.

El estreno de Jumper parece que ha influido en el debate y no son pocos los que han decidido cambiar su opinión y decir que la teletransportación es el mejor poder y, por ende, el que ellos elegirían para sí.

Desde aquí, y como ya hiciese con el debate sobre el sexo de superman, voy a proceder a aclarar este tema.

Comenzaré diciendo que la teleportación es el poder que nunca elegiría. ¿Por qué? Bien, pese a que cualquiera que haya visto “La Mosca” ya imaginará la respuesta a esta fácil pregunta, vamos a analizar en qué consiste exactamente la teleportación.

Desaparezco del punto A, y aparezco, como por arte de magia, en el punto B. Fácil ¿no? Pues no. La primera pregunta que me surge es: ¿Cómo sé donde voy a aterrizar? Si quiero aparecer dentro del probador donde Nicole Kidman está probándose los nuevos modelos de tanga de Clavin Klein, ¿Cómo lo haría? Parece difícil teleportarse a un lugar que no hayamos visto antes. Y, aunque aceptemos que solo puedo teleportarme a un sitio ya conocido, siempre nos queda la duda de qué habrá exactamente en el sitio donde voy a aparecer.

Por mucho que ya haya estado anteriormente en un probador de ropa interior femenina –que no es el caso-, nunca voy a estar completamente seguro de qué voy a encontrar en el sitio exacto de mi materialización. Alguien podría haber colocado allí un taburete, un perchero o la propia Nicole Kidman podría estar en el lugar exacto en el que yo aparecería.

Pero esta reflexión es la fácil y la que cualquiera puede hacerse. Vamos a ir más allá. El espacio, como cualquiera sabe, no es un lugar vacío. En cualquier punto abundan los microbios, partículas de polvo, seres microscópicos, etc. Al materializarnos en un lugar, ¿como reaccionarían nuestros átomos al contacto con todas esas cosas? Existe la posibilidad de que, al tomar forma, donde está (o estará) nuestro hígado haya una mosca, un pedazo minúsculo de plástico o de hoja seca, volando empujado por el viento. La muerte que nos espera sería atroz y tremendamente dolorosa. Y así podríamos continuar ad infinitum; No podríamos teleportarnos si llueve o nieva, pues el materializarse en medio de todas esas gotas de agua (sólida o líquida) no debe ser agradable.

Pero todavía vamos a ir más allá. ¿Cómo nos materializamos exactamente? Como ya he dicho, el espacio no está vacío. Y, aunque lo estuviese, siempre tenemos el viento. Si la materialización no es inmediata, sería posible que los primeros átomos en aparecer fuesen empujados por el viento y nuestro cuerpo fuese diseminado por toda la ciudad, empujado por una inoportuna ráfaga de viento.

Por último, una duda que siempre he tenido. Supongamos que caemos por un precipicio y, justo antes de tocar el suelo, nos teleportamos a tierra firme. ¿Nos salvaríamos? En el momento de desaparecer, nuestra masa corporal tiene una velocidad uniformemente acelerada. ¿Esta velocidad desaparecería por arte de magia, o bien apareceríamos en tierra firme, pero con la misma aceleración? Este último caso sería digno de ver. Un tipo que se materializa delante de nosotros para, acto seguido, reducirse a pulpa…

En Jumper parecen solucionar este tema con una especie de explosión de energía que despeja el lugar de "aterrizaje". Solución interesante y que, de paso, convierte el poder en inútil si no tienes una pista de aterrizaje amplia y despejada. Esa explosión impedíria transportarse al interior de sitios pequeños o hacerlo de forma sutil. Además, es una solución que me parece muy traída por los pelos.

En definitiva, muchas y muy inquietantes preguntas. Demasiadas como para elegir este poder.

Descartada la teleportación, y explicado porqué lo de Jumper no mola, os diré qué superpoder elegiría yo. Ah, no me vale lo de “Quiero el poder del Todopoderoso”. ¿Sabéis la historia del tipo que, ante un genio de la lámpara que le ofrecía tres deseos, dijo: “Primer deseo: Quiero que me concedas MIL deseos”? Pues que el genio contestó: “Muy listo. Pero ahora, si no quieres morir de una manera atroz, comienza a pedir tus tres deseos”.

El poder que yo querría, me recuerda a una de esas frases típicas y tópicas. Una frase que se puede oí ad nauseam el día del sorteo de la lotería de navidad: “Por lo menos tenemos salud”. Y ese es el poder que yo elegiría; el factor de curación de Lobezno o Dientes de Sable. O mejor aún, el de Hulk, que es tan rápido y efectivo que hace al gigante esmeralda virtualmente invulnerable.

Vivir sin preocuparse por la salud propia es algo difícilmente imaginable. No tiene precio el poder hacer algo tan tonto como poder salir de la ducha en pelota picada y en pleno invierno, sin temor a pillar una pulmonía. O bien poder comerse tranquilamente esa fuente de macarrones con chorizo, que tiene una pinta estupenda… y que lleva un mes en el frigorífico, o pedir ensaladilla rusa en un chiringuito de la playa, a 40 grados y sin ninguna nevera a la vista, sin temor a pillar una salmonelosis.

Por no hablar de que las actividades que ponen en grave riesgo la salud propia son también las mejor pagadas. Ahí tenemos a los chalados del Jackass, a los hombre-bala o a los que participan en concursos de comer chili con carne.


Me voy a descalabrar. ¡¡Y me pagan por ello!!

En fin, gente, que por hoy lo dejamos aquí. Que escribir un post largo, y sin fotos es algo agotador. Si alguien quiere, puede comenzar a poner en los comentarios cual sería su superpoder. O no. Realmente poco importa, cualquier cosa que digáis que no sea lo que he dicho yo, será una insensatez.

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